EDITORIAL

Han pasado unas décadas desde que V. M. Rosselló, el maestro de geógrafos, comentó a propósito del conjunto de paisajes valencianos, “estimar la tierra —nuestra tierra— no es alabarla siempre y solo enaltecerla. Más bien es conocerla en toda su profundidad”. Para el caso del territorio que ocupa la Real Acequia de Moncada, yo no solo diría eso, también matizaría que hay que mirar este paisaje de la huerta de Valencia desde la diversidad de miradas internas y externas y desde sus lógicas y contradicciones. Hoy, cruzado el umbral del siglo XXI, la Real Acequia de Moncada, y de rebote muchos rincones de la huerta de Valencia, continúan siendo “tierra incógnita” para muchos de sus vecinos, y para la gran mayoria de los valencianos, visitantes y gran público en general. Hay que superar las visiones y estereotipos que se arrastran desde hace siglos con respecto a estos paisajes del agua. Una foto fija e inalterable se ha colado repetidamente en el inconsciente y consciente de gran parte de todos nosotros. Esta fotografía está seriamente distorsionada, y en unión del signo de los nuevos tiempos pots-industriales, contribuye a que la “irreal” imagen típica y tópica de estas tierras y la multi-cultura tradicional de una parte importante de sus vecinos vaya inversamente proporcional a su acelerado grado de degradación y desaparición. Así, frente la sistemática e insistente distribución mediática del cliché folclórico de la cultura del agua y de la huerta, se ha desarrollado a lo largo de las últimas décadas una intensa, extensa y contundente destrucción de su territorio y de sus valores patrimoniales y medioambientales. Una cuidadosa reglamentación europea del paisaje, secundada por el gobierno español hace unos años, y desarrollada en tierras valencianas a través de la figura técnica del PAT de la huerta, no han evitado en estos momentos, el necesario giro de 180 grados en las decisiones de los órganos de gobierno de las instituciones políticas encargadas de la gestión directa del territorio valenciano.

En tiempo de profunda crisis, y frente a los paradigmas dominantes capitalistas de éxito inmediato y cultura productiva y de consumo basada en modelos a corto plazo, la cultura tradicional del agua, en manos de los labradores y regantes de este entorno, se presenta como una buena y sana alternativa de presente y futuro para reformar la gestión y usos de este territorio metropolitano. La sostenibilidad y equilibrio medio ambiental que ha practicado a lo largo del tiempo la Real Acequia de Moncada es un buen exponente. Es necesario explicar y divulgar como esta comunidad de regantes, generación tras generación, y de una manera participativa y colaborativa, haciendo frente a dificultades de todo tipo y distinto grado de intensidad -conflictos sociales, crisis económicas, desastres naturales, fenómenos meteorológicos adversos, luchas políticas, episodios militares, enfrentamientos hidráulicos, disputas internas, o transformaciones culturales-, ha sido, junto a los demás regantes de las acequias de la Vega, pieza decisiva en la construcción del paisaje cultural y ecológico de la Huerta de Valencia.

Esta web es una de las puertas que abrimos para entrar definitivamente en el conocimiento sobre estos paisajes culturales de la Real Acequia de Moncada. Y en definitiva, proceder a la necesaria recuperación de las distintas memorias, patrimonios, miradas y huellas de este territorio, para mejorar el presente y futuro de nuestra sociedad. No olvidemos que conocer y amar esta tierra, al fin y al cabo, es aprender a conocer, respetar y amar cualquier otro rincón del mundo y formar parte de una sociedad más justa, solidaria y democrática.

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