El estudio del léxico que se esconde detrás de los motes y de los topónimos referenciales nos muestra una serie de rasgos lingüísticos que han sido sustituidos por otros más innovadores, especialmente, a partir del descalabro de Almansa —1707—, cuando la lengua ha de sobrevivir entre el estamento más popular.
En nuestra colección toponímica y antroponímica, sobre todo en lo referente a los motes o apodos, se recogen diferentes fenómenos lingüísticos que trataremos de ejemplificar. En valenciano, hasta el siglo XVIII fue generalizado el uso del artículo masculino lo, sustituido ahora por el. Nombres comunes como frare, durante el siglo XIX, fue convertido en flare. La caída de la dental intervocálica está perfectamente documentada en el topónimo Moncà y en los apellidos Tallà y Cabotà desde finales del siglo XVIII. Otros fenómenos fonéticos se aprecian desde comienzos del siglo XIX, cassola o sarpa por catxola, xola y xarpa; también la simplificación de la vibrante múltiple de sarrier o barriet en sarier y bariet. Constatamos como el sufijo –essa era muy vivo entonces con ejemplos de motes de oficio como Secretariessa o Sastresa; y, muchos otros fenómenos representativos de la inestabilidad de las vocales átonas: menistre, sinyor, ginoll o giner, este último generalizado ya como apellido Giner.
También encontramos motes como el Patac que nos encamina a la sustitución léxica de un término genuino por otro innovador, creïlla, que se ha generalizado por todas partes.
Colaboradores | Aviso legal
©2013 Paisatges Culturals a la Reial Séquia de Montcada
© 2013 Fundació Assut