Para efectuar el riego, hay que ir en primer lugar a buscar el agua, preguntar al labrador o regante que se encuentre en aquel momento efectuando el riego cuando tiempo tardará al finalizar esta tarea y pedirle el turno, es decir, informar que se está esperando a regar. Como en un ciclo de riego no todos los campos pueden tener la necesidad de regar, habrá que tener en cuenta además, cuantos campos intermedios están esperando. Con estos datos, el regante puede estimar aproximadamente cuando podrá empezar. Es difícil saber cuantas horas puede haber pasado un labrador a lo largo de su vida buscando el agua, pues al margen de la información anterior, el regante también está obligado a tener un conocimiento intensivo del sistema de riego en su conjunto, por una parte en la cuestión puramente técnica —el estado y número de sus diferentes brazales, rolls, filas y partidores que le afectan más directamente—, y por otra en la de las cuestiones puramente sociales —en todo lo que implica la relación con sus vecinos de riego. Todo este conocimiento es parte de la información técnica y estratégica que recoge el oficio del riego y permite tomar buenas decisiones sobre la marcha. Un buen ejemplo es que cuando un regante observa bajar el nivel de la lámina de agua, deberá ir a buscarla y poner fin tan rápido como sea posible a este problema, porque el agua corre. Esta disminución del caudal puede ser principalmente por dos motivos: alguna incidencia técnica —ruptura o embotellamiento— o un robo de agua por un regante aguas arriba que riega cuando no le corresponde. En ambos casos el labrador seguirá el agua hasta encontrar la causa del problema y en caso de robo podrá avisar el guarda o denunciar al infractor. Esta tarea, no muy complicada de resolver en ramales de longitud corta, puede ser de gran dificultad en brazales o derivaciones de elevada longitud, que en algunos casos llegan a los 3 o 4Km, o cuando hay infraestructuras que dificultan el paso (autovías, ferrocarriles, etc.)
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