Lo recopilación de motes proveniente del archivo de la Real Acequia de Moncada tiene una importancia capital para el conocimiento lingüístico y sociológico de nuestros antepasados. El conjunto está subdividido en dos grandes grupos, los motes históricos, anteriores al siglo XX que nos dan mucha información sobre el mundo pretérito, y los motes del siglo XX que conocemos gracias al catastro de propietarios donde, indefectiblemente, al lado del nombre legal de cada propietario o arrendador —nombre y apellidos— se añadía el mote con el que era plenamente identificado —Sabates Roges de Massamagrell nos impresionó sobremanera. Esta fuente tan privilegiada aportaba un corpus de nombres de pila y apellidos que nos podía dar pistas más que fiables sobre la pervivencia de los motes. Fruto de este careo entre ambas recopilaciones, nos ha documentado que más del 12% de motes han tenido continuidad en el presente; y, más aún, un 1,9%, unos 14 casos, presentan una certeza de continuidad en la misma familia; el caso más paradigmático es el de lo Povil, documentado en Massamagrell el año 1683 con una rama a la Creu, de 1736, y que se ha conservado durante más de doscientos cincuenta años. En otros casos han habido adaptaciones como el Macero de Montcada, de 1828, es ahora el Maceret; o los descendentes del de la Sucrera, de 1803, ahora son conocidos en Moncada como Sucrer.
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