El agua tiene dos características singulares que hacen que la gente que de ella depende viva su gestión intensamente. La primera, es que es un recurso vital para los cultivos, y la segunda es que un descuido en su uso puede comportar riesgos importantes, es decir, mientras un regador o guarda tiene a su cargo en una zona la gestión del agua de forma continuada, tiene una gran responsabilidad. Hay que tener en cuenta también, que el tiempo de uso es cambiante de una semana a otra, y los responsables del agua tienen que saber gestionar hábilmente un conjunto de factores y variables que hay que interpretar sobre la marcha. Verdaderamente, ejecutar bien una regadura es un juego de finas y delicadas sutilezas y equilibrios que el ojo profano no puede entender, si no es a través de las explicaciones y comentarios de estos profesionales del agua rodada. Además, egador puede tardar hasta 24 horas en regar una zona a su cargo, un guarda puede tener a su cargo el agua durante tres días. Estas jormadas laborales pueden resultar extenuantes, aunque haya descansos, y además requieren extremar precauciones para evitar que se inunde algún camino o vivienda como resultado de algún incidente durante el riego. Un guarda describía que la única manera posible que veía de hacer bien su tarea era vivir el agua, pues esto le permitía estar pendiente de esta en todo momento, seguirla, sentirla, buscarla…
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