El agua que circula por un curso natural se desvía en un punto determinado de su recorrido, mediante un obstáculo —una presa o esclusa— construida con materiales diversos: cañas, piedras, estacas, argamasa, etc. Una vez el agua es introducida en el canal artificial excavado en el margen del río, se irá alejando del curso fluvial para trasladar el agua a los espacios que se pretende irrigar.