En las afueras de Occidente todavia alimenta a ingentes masas de población. Mientras que en el mundo occidental, en el cual que se busca una mayor eficiencia en el uso del agua, compite con las nuevas técnicas de riego, pero es todavía el modelo utilizado en gran parte de los espacios irrigados, especialmente en los regadíos históricos, beneficiarios, por lo general, de las concesiones de agua más antiguas y consolidadas.
Más allá de constituir un bien cultural y una seña identificativa para las comunidades que lo practican, el riego a manta aporta toda una serie de beneficios:
- Mejora la calidad ambiental. El incremento de la humedad ambiental tiene efectos positivos en el clima, árido o semiárido, de los lugares donde se practica.
- Aporta enormes cantidades de agua dulce, procedente de lugares remotos, al terreno, que en parte van a sumarse a las del freático.
- Constituye una sólida barrera ante los procesos de intrusión marina.
- El agua en el suelo propicia la movilización de todos los recursos minerales y orgánicos que este posee y que los cultivos pueden aprovechar.
- Los canales, el uso del agua, los caminos de acceso a las parcelas, mantienen una alta biodiversidad.
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