Estas desarmonías son crecientes y producen diversos efectos negativos en la huerta actual, generando un retroceso en la calidad ambiental que supo tener y producir este espacio. Así pues, las tendencias de las últimas décadas, nos han dejado infertilidad del suelo, contaminación de aguas, pérdida de biodiversidad, erosión genética, menor grado de evaporatranspiración y dependencia de agroquímicos. En la ciudad también se ha venido observando una pérdida progresiva de los servicios ambientales, de la capacidad de autoabastecimiento de alimentos, de la capacidad de generación de riqueza agrícola, incremento de la temperatura ambiental y del suelo, etc.
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