A lo largo del tiempo, estos "tesoros de la tierra", siempre han tenido una naturaleza mudable, y su presencia se ha justificado en función de las diferentes dietas alimenticias de cada una de las culturas y sociedades que han ocupado y explotado la Huerta, y las variadas coyunturas comerciales y diferentes avances técnicos ocurridos durante los tiempos pretéritos. Cada una de estas etapas históricas, ha ido generando año tras año, una infinidad de colores, tramas, texturas y producciones diferentes, que al fin y al cabo, han sido determinantes en ofrecer una imagen cambiante de este gran espacio agrario. Desde tiempo atrás, los estudiosos han remarcado el papel crucial de los cultivos en el aspecto final de l'Horta. A este respecto veamos los comentarios de Cavanilles durant el segle XVIII: “La capital ocupa casi el centro de este lienzo, y en ella se distinguen y reconocen los principales puntos. La multitud de lugares desde Puzol á Catarroja forman con ella una vistosa confusión, creyendo el observador que mira una ciudad de quatro leguas de diámetro, tomando por jardines los intervalos que separan los pueblos. Todo sorprehende y embelesa; un verde sin interrupción, pero con varios tintes, que forma la multitud de árboles plantados en este largo trecho; un sin número de lugares y de granjas que blanquean entre la espesura de aquel bosque aparente, porque la distancia no permite descubrir el terreno interpuesto entre las líneas de los árboles; una multitud en fin de direcciones y colores en los campos vecinos, y en estos las varias producciones á que los destinó la prudencia ó el gusto del labrador…”
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