MARJALES

EL MARJAL DE RAFALELL Y VISTABELLA

En época medieval, entre el Grao de Valencia y el Grao viejo de Sagunt se extendía una marjal alargada que ocupaba las tierras más hondas de la huerta. Estas tierras fueron consideradas francas o libres de tributos, para estimular su transformación. Con el paso del tiempo, la mayor parte de ellas fueron saneadas e integradas a los sistemas de riego de las acequias.

Cabe señalar, que el doble proceso de drenaje y colonización agraria de estos espacios pantanosos no fue, ni mucho menos, súbito. El proceso fue lento y gravoso, con muchos altibajos. Como bien relata el historiador Agustí Rubio Vela en relación con los tiempo medievales, la actuación sostenida sobre estos espacios anfibios en el intento de domesticarlos, estuvo sometida a una sucesión de crisis demográficas, epidemias, guerras, y otras dificultades. Habría que añadir que, con los medios de la época, cambiar el marjal de un día para otro era una tarea materialmente imposible. Durante muchas décadas, las futuras tierras agrícolas de Rafalell y Vistabella sufrieron de una manera regular avances y retrocesos con respecto a su definitiva transformación. Uno de los síntomas evidentes de esta regresión agraria era la falta de consistencia en la limpieza y arreglo de las nuevas acequias y brazales construidos. Esto ocasionaba el embalse de las aguas y el rápido retroceso de los campos conquistados a la ciénaga con tanto esfuerzo. Sin embargo, siglos después, aunque la mayor parte de este solar marítimo fue convertido en una ordenada retahíla de campos de cultivo regados por corredizos de la Real Acequia de Montcada, la aparente tozudez de la naturaleza ha conservado algunos restos de el antiguo marjal. Así, en Rafalell y Vistabella ha subsistido un sector sin transformar, mal drenado, que aunque queda seccionado por el paso de la autopista AP-7, ha conservado un espacio acuoso cubierto por un denso cañizar. Esta ciénaga es aún una despensa de vida y un refugio para las especies adaptadas a los medio palustres. No resulta extraño que los valores de este espacio natural hayan merecido la protección al Catálogo de Zonas Húmedas de la Generalitat Valenciana. Sin embargo, no hay que olvidar que, junto a estos valores, el marjal es, además, el último testigo de una pieza fundamental de los paisaje culturales de l'Horta Nord.

 

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