En otro tiempo, los manantiales fueron uno de los principales suministradores de agua a los pequeños sistemas de riego que se esparcían por la llanura valenciana. Sistemas de distintos tamaños, pero normalmente con unas dimensiones bastante ajustadas, que con el paso del tiempo fueron, poco a poco, asimilados o incorporados dentro de la red de irrigación de la Real Acequia de Montcada y las otras grandes acequias de la comarca.
El agua de estos afloramientos, conducida hasta las parcelas por un conjunto de acequias, fue, casi en exclusiva, la aportación hídrica a las amplias zonas del extremo, situadas al norte del barranco de Carraixet.
Entre finales del siglo XIX y comienzos del siguiente, la masiva extracción de los recursos de aguas subterráneas situadas en cotas superiores a la de los manantiales -utilizando elementos mecánicos, como pozos equipados con bombas-, fué destinada a la irrigación de los antiguos secanos al oeste del canal principal de Montcada, provocando un drástico descenso del nivel piezométrico, y en consecuencia, el agotamiento de gran parte de los manantiales que se encontraban en cotas inferiores.
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