En el caso de los vegetales, hablamos de especies como el arroz, la caña de azúcar, distintos cítricos -como el limón (laimún) o la naranja (del árabe naranÿa, y proveniente del persa: naranguí) -, el melón de sandía, o una serie de verduras como la berenjena (badinÿana), la alcachofa (jarshuf), las acelgas (as-silqa), las espinacas (isfanaj), o los espárragos entre otros. Otra cuestión más compleja, es detectar y conocer en qué momento y de qué manera se produjo la introducción y posterior generalización de estas y otras nuevas especies durante el período de al-Andalus. Pues más allá de las referencias documentales y los tratados de agronomía andalusí, las pruebas arqueológicas o directos de su presencia generalizada retrasan su aparición en momentos muy avanzados del período islámico (siglos XI o XII dC). La implantación de estas nuevas variedades, en unión de una serie de nuevas técnicas agrícolas, así como el uso los regadíos, no fue un proceso homogéneo ni fácil en el escenario peninsular, sino, muy probablemente, fue un fenómeno lento e irregular, que respondió, sobre todo en nuestro caso valenciano, a la gran variedad de nichos ecológicos y microambientes del área mediterránea. En palabras de Thomas F. Glick, unos nichos, donde poco a poco los distintos clanes tribales árabes y bereberes que fueron llegando a esta zona del Mediterráneo, en unión de los grupos indígenas hispano-romanos, fueron practicando "una especie de agricultura altamente especializada que combinaba el regadío con la arboricultura y el pastoreo ... "
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