Los marjales han constituido uno de los elementos geomorfológicos más representativos de la fachada litoral valenciana. Cerrados por los cantos, arenas y gravas de las restingas costeras, estos espacios se han ido formando a lo largo del tiempo con materiales sedimentarios provenientes de barrancos y cursos fluviales. La superficie de las áreas pantanosas de l'Horta Nord, entre el río Palancia y el abanico aluvial del Turia, ha ido oscilando también en función de las actividades antrópicas de las distintas sociedades que han ocupado este solar al borde mar. Puede decirse, que es a partir de la época medieval, cuando poco a poco se intensifica la reducción del marjal y la práctica desaparición de gran parte de las pequeñas albuferas que laminaban el frente litoral al norte de la ciudad de Valencia. Una situación producida en favor de la expansión agrícola, que menguaba progresivamente la importancia de otras economías como la caza, la pesca y la ganadería, que durante miles de años habían ocupado una parte sustancial de la vida de muchas familias de la zona, que además habían explotado estos espacios anfibios desde una óptica “comunal”.
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